Dificilmente existirá un caballo tan importante para el Paso Fino como Capuchino. Con su muerte, el pasado 23 de enero en la clínica del doctor José Dávila, situada en Ocala, Florida, los amantes del Paso Fino hemos perdido un patrimonio de la caballada, no solo colombiana sino mundial. Pero, ¿por qué nos duele tanto su muerte? Hay muchos caballos que son virtuosos en la pista, otros son excelentes reproductores sin una campana que los respalde, otros pocos tienen las dos condiciones, pero ninguno de ellos ha poseído el carisma de Capuchino. Declarado por la Paso Fino Horse Asociacion (PFHA) Caballo del Milenio, Capuchino marco para el Paso Fino en los Estados Unidos una etapa de transición en la forma como hasta entonces esta raza de caballos se desplazaba en cuatro tiempos, puliendo y refinando el hasta entonces arraigado paso castellano.
Capuchino también demostró su vigor genético con una descendencia de hijos, nietos y bisnietos que ganan en todos los países de Confepaso y cuyas hijas hembras e hijos reproductores son apetecidos en todos los criaderos del mundo. Como si fuera poco, desde el momento en que salió a la pista en los Estados Unidos, se convirtió en un ídolo para los aficionados.
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